Hace un mes atrás, al mudarme a mi nuevo
departamento, encontré un estallido debajo de la cama. Sucedió una madrugada en
medio de una trasnoche rojiza que anunciaba una tempestad. Calenté agua para un
té que me sirviera de compañía, y lo observé un largo rato. Inútil fue la
mirada escasa y decadente de las horas tempranas. Lo coloqué en el ángulo de la
ventana y el sillón verde.
Edward Hopper
Pasaron varios días desde que mi estallido de
ruido decoraba el departamento con su estridencia. Se estaba haciendo
intolerable. Entonces me dediqué a estudiarlo, investigarlo. Elaborar una
escala de ruido sería de gran utilidad para comprender de ese manojo de bulla, su
razón de ser.
30 de agosto
Estoy feliz con mi departamento, mis plantas,
mi pañuelo de seda. Al llegar del trabajo solté el abrigo, intenté revisar mis
mensajes en el contestador… pero en ese momento una vibración hizo que la
cortina delineara una ondulación en la ventana, ¡mi estallido! A ese destello
lo coloqué en el grado 10º de mi escala.
07 de septiembre
Limpieza general. Extenuante pero
imprescindible en todo departamento pequeño que merezca ser respetado. Archivos,
suvenires, pulseras, fotos… la caja decorada al fin cobraba un valor útil. Un casete
del lado B, subí el volumen porque no se oía bien. Pensé que se trataba de la
cinta, pero la interferencia la provocaba el estallido. El ruido era continuo, sin pausas. Ese fue mi grado 8º de
la escala.
Edward Hopper
15 de septiembre
La primavera incipiente. El aroma en las
veredas, en las puertas, en las manos. Pasé por una calle que quiero, una calle
que me lleva más lejos de donde voy. Volví por otro camino y me senté en el
sillón al lado de la ventana. Fijé la vista en un punto distante y no pudo
distraerme siquiera mi estallido, el cual ensayaba el grado 6º a dos tonos.
26 de septiembre
Buscaba mi vestido azul. El que resistió
tormentas, el que me llevó a aquel concierto... Lo encontré, le añadí un lazo y
lo colgué en una percha para que despidiera los restos de humedad. Un silbido
en la ventana, una intención de sonido, mi estallido se debilitaba. Me pareció
un grado bajo, percudido, como el vestido, pero sin el lazo. Coloqué ese eco en
el grado 3º de mi escala.
03 de octubre
Hoy por la mañana lo encontré en la calle.
Estaba sentado de espaldas a mí. ¡qué emoción! Hacía tanto que no lo veía…
desde que me mudé a mi departamento… desde que… Nos miramos como extraños.
Seguí mi camino a medida que su imagen iba quedando atrás, como algo que el
pintor colocó en el vértice oscuro del cuadro. Al regresar a casa mi estallido
se había apagado.
Edward Hopper
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