Vuelos, descensos y caídas del taller literario de la Asociación Cultural Rumbo

6 de octubre de 2012

CALMA PENDIENTE, por Victoria Marín


Hace un mes atrás, al mudarme a mi nuevo departamento, encontré un estallido debajo de la cama. Sucedió una madrugada en medio de una trasnoche rojiza que anunciaba una tempestad. Calenté agua para un té que me sirviera de compañía, y lo observé un largo rato. Inútil fue la mirada escasa y decadente de las horas tempranas. Lo coloqué en el ángulo de la ventana y el sillón verde.

Edward Hopper


Pasaron varios días desde que mi estallido de ruido decoraba el departamento con su estridencia. Se estaba haciendo intolerable. Entonces me dediqué a estudiarlo, investigarlo. Elaborar una escala de ruido sería de gran utilidad para comprender de ese manojo de bulla, su razón de ser.

30 de agosto
Estoy feliz con mi departamento, mis plantas, mi pañuelo de seda. Al llegar del trabajo solté el abrigo, intenté revisar mis mensajes en el contestador… pero en ese momento una vibración hizo que la cortina delineara una ondulación en la ventana, ¡mi estallido! A ese destello lo coloqué en el grado 10º de mi escala.

07 de septiembre
Limpieza general. Extenuante pero imprescindible en todo departamento pequeño que merezca ser respetado. Archivos, suvenires, pulseras, fotos… la caja decorada al fin cobraba un valor útil. Un casete del lado B, subí el volumen porque no se oía bien. Pensé que se trataba de la cinta, pero la interferencia la provocaba el estallido. El ruido era  continuo, sin pausas. Ese fue mi grado 8º de la escala.

  Edward Hopper

15 de septiembre
La primavera incipiente. El aroma en las veredas, en las puertas, en las manos. Pasé por una calle que quiero, una calle que me lleva más lejos de donde voy. Volví por otro camino y me senté en el sillón al lado de la ventana. Fijé la vista en un punto distante y no pudo distraerme siquiera mi estallido, el cual  ensayaba el grado 6º a dos tonos.

26 de septiembre
Buscaba mi vestido azul. El que resistió tormentas, el que me llevó a aquel concierto... Lo encontré, le añadí un lazo y lo colgué en una percha para que despidiera los restos de humedad. Un silbido en la ventana, una intención de sonido, mi estallido se debilitaba. Me pareció un grado bajo, percudido, como el vestido, pero sin el lazo. Coloqué ese eco en el grado 3º de mi escala.


03 de octubre
Hoy por la mañana lo encontré en la calle. Estaba sentado de espaldas a mí. ¡qué emoción! Hacía tanto que no lo veía… desde que me mudé a mi departamento… desde que… Nos miramos como extraños. Seguí mi camino a medida que su imagen iba quedando atrás, como algo que el pintor colocó en el vértice oscuro del cuadro. Al regresar a casa mi estallido se había apagado.


 Edward Hopper

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