Vuelos, descensos y caídas del taller literario de la Asociación Cultural Rumbo

16 de abril de 2012

FRAGMENTOS, por Evangelina Arroyo


                                                             James Christensen
                                                                 

Ella jugaba con barquitos de papel en la puerta de su casa mientras cantaba “La farolera” con voz incandescente y lunar. Tenía un nombre muy bonito que nadie pronunciaba. Su rostro de duende a la deriva denotaba su niñez.
 De pronto, hubo una explosión en la vereda de enfrente, un halo azul y diamante atrajo su mirada. Una mujer con vestido escarlata se acercó. Le preguntó si navegar barquitos de papel era su juego preferido. No supo responder. La mujer seguía preguntando. Ella no comprendía, no podía descifrar las palabras que emitía la otra. Sólo atinaba a balbucear una melodía remotamente ajena. Entonces la mujer empezó a decir que también jugaba con barquitos de papel cuando era pequeña, pero se había olvidado de ellos tras perder la inocencia. La niña comenzó a preocuparse: temía olvidar sus barquitos tan amados, perder la inocencia, pero comprendió que eso era parte de su destino. Como un vaticinio, el agua del charco se tiñó de rojo. La mujer se sentó a su lado y colocó los barquitos sobre el agua. La niña tomó su mano y ambas sonrieron.
Al atardecer, la mujer se despidió con un último deseo: que la recordara siempre y que nunca abandonara aquel juego sideral. La niña le dio un beso en la mejilla y se abrazaron. La mujer se alejó entre los árboles entonando una melodía alegremente tierna.
                         

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy hermoso
Vicky