Vuelos, descensos y caídas del taller literario de la Asociación Cultural Rumbo

11 de noviembre de 2011

MALA MEMORIA, por Victoria Marin

Me levanté esa mañana con una intranquilidad propia de los días que uno sabe que debe hacer algo pero no recuerda qué es lo que debe hacer. Por una acción sistemática de cada domingo, calenté agua y me preparé un café. No tardé en darme cuenta que, sobre mi pijama y lejos de algún composeé, traía puesta una escarapela.
No es muy común irse a la cama con una escarapela en el pecho, por lo que deduje que aquello era una señal.
Inmediatamente esta situación me condujo al calendario. Lo ví todo más claro. Era 9 de julio y lo sería todo el día. Advertir tal efeméride me recordó que debía terminar el libro de Julio Cortázar, que jugaba a la rayuela en las baldosas de mi cocina.
Algún motivo muy importante debería tener para dejar ese libro entre manteles y platos hondos, y no en la biblioteca donde acostumbra uno dejar a los libros. Además de revolotearme el inolvidable recuerdo de La Maga, ese libro trajo a mi memoria, que luego de muchos años, había regresado a mis manos por una amiga de la infancia que había vuelto a ver gracias a la intervención entrometida del internet. Inmediatamente supe que tendría que agradecer su gesto, y pensé en obsequiarle un libro como agradecimiento.
Como buen domingo feriado argentino, no encontraría ninguna librería abierta. Así que me dispuse al menos a escribir un correo de computadora para ella.
Pensé mucho qué redactarle, no soy muy buena para estas cosas.
Cuando terminé el mensaje sólo me faltaba un pequeño detalle. Entonces fue cuando divisé en el monitor un papelito adhesivo en el que se leía: “llamar a mi hermana”.
Cuál sería la razón que motivara esa sugerencia en mi pantalla, pues no tenía nada trascendente que contarle a mi hermana, pero bien podría ayudarme en este vericueto.

-           Hola, sí...  ¿quién habla?
-          ¡Hola hermanita! ¡Necesito que me ayudes!
-          ¿Qué es lo que te tiene tan alterada?
-          Me levanté a la mañana, por una extrañeza que ahora cobra sentido, con una escarapela en el canesú del pijama,
-          ¿Qué?
-          Si, bueno, lo importante es que eso me condujo al calendario, y pude observar que hoy es 9 de julio.
-          Y entonces…
-          Que gracias a ese descubrimiento recordé a Julio, Cortázar, y busqué el libro que estoy leyendo.
-          Y…
-          Y caí en la cuenta que lo había recuperado gracias a una amiga de la infancia, ¿te acordás que te conté de ella?
-          Sí, ¿y?
-          Y pensé que sería bueno obsequiarle otro libro como un buen gesto de mi parte.
-          Pero…
-          Pero como buen feriado de Independencia está todo cerrado, y me puse a escribir un correo para ella.
-          Entonces …
-          Entonces, que al terminar de escribirle me faltó un detalle sumamente importante pero…
-          ¿Pero qué?
-          Que antes de perder el juicio por un simple detalle noté en la computadora un adhesivo que dice que te llame.
-          Y…
-          Y que no se bien para qué lo puse allí, pero el destino me ha jugado a favor y necesito que me ayudes
-          ¿En qué, Libertad?
-          ¡Celeste! ¡Me tienes que decir…!
-          ¡Qué!
-          ¡Celeste!.. ¿Cómo se llamaba mi amiga?



3 comentarios:

maglioclaudia dijo...

Buenísimo!!!

alejandro dijo...

fino humor, digno de una sonrisa tan bella...

miriam dijo...

qué escaso sería el mundo sin la mala memoria que permite estos relatos...