Saliste anaranjado escondido detrás de un manto de
niebla.
Te espié como una niña, y tu mirada profunda me atrapó al instante.
Te miré, me sonreíste, y con paso firme, abandoné
las sombras del pasado.
Desde ese día entramos en lo que yo solía llamar
pasión, en lo que vos solías llamar ternura.
En lo que el tiempo convirtió en
amor, desmedido y opulento,
como un pez gordo anaranjado escondido detrás de un
manto de niebla.